Descrizione
Armas blancas, armas de fuego y armaduras que por un lado nos cuentan de la larguísima tradición bresciana en la producción de armas y, por otro, reconstruyen en un recorrido expositivo de quinientas ochenta piezas (parte de las mil noventa del legado del industrial Luigi Marzoli) la historia que es al mismo tiempo bélica y artística encerrada en los objetos de armería, en especial las milanesa y bresciana de los siglos XV a XVIII.
Al núcleo principal de la colección se unen otras trescientas piezas pertenecientes a las colecciones Cívicas, sobre todo armas de fuego del siglo XIX.
Por un recorrido de diez salones, el museo sigue los pasos históricos de una artesanía que linda con el arte, empezando por los significados de la armadura en el siglo XV, el siglo de la caballería pesada, en el que yelmos y corazas se convierten en elementos estratégicos.
Entre las piezas más importantes, sobresalen por ser las más raras un gran yelmo a la veneciana y el bacinete con visera en forma de hocico de perro, además de una espada del siglo XIII que es el objeto más antiguo en exposición.
Amplia es la representación de armas del siglo XVI, en el que cambian las tácticas ofensivas y los movimientos en batalla se hacen más dinámicos y requieren armaduras más cómodas y ligeras, como la suntuosa armadura Maximiliana, con sus contornos resplandecientes y casi escenográficos. Junto a las necesidades en el campo de batalla, entre los salones del Museo es posible entender también la paralela finalidad de representación y reconocimiento social que armas y armaduras empiezan a ganar en los desfiles, para ostentación y maravilla.
De ello testimonian, en el Salón llamado del Alce, las dos cuadrillas de escolta al caballero, formadas por infantes y jinetes que, armados de alabardas y rozones, acrecientan la espectacularidad del conjunto.
El gusto no abandona nunca la mano del artesano y a veces incluso supera las necesidades técnicas, como en las dos rodelas de parada a las que se dedica el Salón de las armaduras de lujo: rodelas, una de ellas con sigla y fecha de 1563, admirables por el trabajo de repujado con secciones doradas y el refinado tema del Triunfo de Baco, que la convierte en una verdadera obra de arte.
El viaje histórico-artístico, en atención de lo que cuentan las armas, comprende también la evocadora historia de la espada que, de arma mixta para golpes y cortes, evoluciona hasta llegar a ser un sutil instrumento para la esgrima, como documentan los ejemplares expuestos de la mitad del siglo XVI al XVIII, cada vez más funcionales y estudiados para proteger la mano del combatiente.
Entre alabardas, bocas de fuego, mosquetes y espingardas, amplio espacio se dedica en una sección especial del Museo a la rica representación de armas de fuego, realizadas por los más famosos maestros constructores de cañones como los Cominazzo, los Chinelli, los Dafino i los Acquisti.
Originales y por el estudio de los mecanismos de encendido de la pólvora, y por las decoraciones, las armas expuestas, de fabricación bresciana y extranjera, representan un inusitado espejo de trabajo de ingeniería a lo largo de los siglos.
Para los amantes de la arquitectura y del arte antiguo, la visita al Museo de las Armas permite apreciar partes de frescos de la época viscontea que decoran los salones del Mastio, lo único que atestigua el ordenamiento defensivo dado a la fortaleza en el siglo XIV.
Lo que crea un contexto expositivo lleno de atmósfera es además la coexistencia de un templo romano del I siglo d.C., sobre el que el edificio se recrea y del cual queda visible el perímetro de los cimientos y un amplia escalinata, herencia de los distintos templos que se alzaban sobre el Cidneo, prestigiosa acrópolis de la época romana.